Porque aquel rostro no dejaba lugar a dudas, iba a la deriva y pedía bebida a los autos de otros equipos que pasaban por su lado rebasándolo. Desde el coche del equipo Gewiss alguien le tendió un botellín…
Indurain. Una pasión templada. (Javier García Sánchez)
La deshidratación se produce cuando se experimenta un déficit de sales minerales en el cuerpo humano que puede ser debida a una pérdida excesiva de las mismas por un elevado grado de sudoración o a un mínimo aporte en forma de agua líquida.
El agua pura, tal como asegura su definición, es un líquido transparente, inodoro e insípido formado por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno; su fórmula es H2O.
En cambio el agua que bebemos dista mucho de esta definición de agua “pura” ya que además del hidrógeno y el oxígeno se encuentran presentes otros componentes como el calcio, carbonatos, bicarbonatos, sodio, nitratos, cloruros, sulfatos, magnesio etc…, no obstante, el contenido de todas estas sustancias de origen mineral se encuentran presentes de forma muy variable en los distintos tipos de aguas.
El agua destilada, como su propio nombre indica, es aquella que se obtiene mediante técnicas de destilación seguida de una posterior condensación de agua pura y sin mineralizar. No es apta para el consumo humano debido, precisamente a esta total carencia de sustancias mineralizadas que deben suponer un aporte para el cuerpo humano, es decir, el agua destilada no impide la deshidritación. Un agua con un contenido mineral prácticamente nulo a largo plazo puede dar lugar a osteoporosis, diabetes, problemas cardiacos y pérdidas dentales.
Es necesario por tanto, a la hora de tratar o consumir un agua, establecer unos criterios de calidad debiendo siempre exigirse unos parámetros mínimos de mineralización, así como vigilar que no se superen otros parámetros que pudiesen resultar peligrosos, ya sean de tipo biológico o físico-químico, como el amoniaco o los nitratos que para un valor mayor de 50 mg/l en el agua puede producir en bebés la llamada enfermedad del bebé azul, causada por un envenenamiento de nitrógeno en la sangre. Es necesario contar también con las concentraciones de ciertos metales pesados como el plomo proveniente en muchos casos de antiguas redes de distribución que a largo plazo provoca enfermedades peligrosas como el saturnismo. Asimismo, deben vigilarse ciertas sustancias provenientes de actividades antrópicas no naturales, como pesticidas, nitritos, compuestos orgánicos volátiles, etc.
Es por tanto de suma y vital importancia llevar un control exhaustivo del agua de consumo y recordar que en todo caso, el Real Decreto 140/2003 obliga a este control, así como al tratamiento y potabilización del agua para toda red de saneamiento existente mediante el uso de un desinfectante, generalmente el cloro.
Si optamos por otros medios de tratamiento alternativos y de uso doméstico debemos tener ciertas precauciones con el método elegido, ya que en ciertos casos podremos llegar a obtener un agua con unos parámetros de calidad que no sean adecuados; tal puede ser el caso de una destilación casera o los famosos equipos domésticos de ósmosis inversa, que si bien resultan un sistema eficaz de tratamiento de aguas para uso doméstico, el agua obtenida es de una pureza demasiado elevada y prácticamente no mineralizada siendo necesario el aporte de concentrados salinos que se encuentran disponibles en el mercado.
Uno de los múltiples aspectos a la hora de valorar la calidad de un tipo determinado de agua es la dureza del mismo. Esta propiedad viene determinada por el contenido en calcio en el agua, llamado coloquialmente cal en el agua. Un exceso de dureza puede provocar problemas de deposiciones calcáreas en tuberías e instalaciones, disminuir la eficacia de lavado de jabones y detergentes y otorgar al agua un sabor demasiado fuerte.
Es cierto entonces que un exceso de dureza no es un buen síntoma si lo que estamos buscando es un agua de calidad, pero no podremos caer en el error de decantarnos por un agua excesivamente blanda o tratada mediante destilación u ósmosis inversa sin una posterior adecuación. En este caso el agua tendrá un contenido muy bajo en calcio, que es un mineral de vital importancia para el ser humano, siendo el agua una de las vías más importantes de aportación de este elemento. Periodos prolongados de consumo de aguas excesivamente blandas pueden suponer problemas graves de descalcificación de huesos y pérdidas de esmalte dental o incluso de piezas completas.
Al igual que para consumo, sería un error caer en la tentación de usar agua totalmente descalcificada para otros usos industriales o domésticos. Un agua con un contenido muy bajo en calcio es un agua corrosiva que produce la oxidación de todos aquellos elementos metálicos con los que está en contacto, produciendo en calderas y tuberías problemas de corrosión graves. Por otra parte, es un agua de cierto comportamiento ácido que tiende a absorber todo tipo de metales pesados que encuentra a su camino, ya sean tuberías o recipientes metálicos donde almacenemos el agua. Recordamos que un alto contenido en metales pesados en agua de consumo puede producir graves problemas de salud.
Debe por tanto elegirse o adecuar el agua a una situación de equilibrio para la cuál el agua no será ni corrosiva ni incrustante. Existe una serie de indicadores para determinar con exactitud el grado de cercanía a este equilibrio que un determinado agua posee. Consulte con unos profesionales como Hidritec, Tecnología y gestión de recursos hídricos para determinar la calidad de su agua y el tratamiento más adecuado del mismo.